Andrea Sarnari es la primera presidenta de la Federación Agraria Argentina (FAA), una entidad que hoy cumple 113 años. Nació y se crió en un campo en el partido de Bolívar, provincia de Buenos Aires, en una familia con profundas raíces rurales que se remontan a sus abuelos. Es abogada, especialista en Derecho Agrario, y su trayectoria profesional y militante -iniciada en la adolescencia- se ha centrado en la defensa del cooperativismo agropecuario. Su carrera dentro de la entidad se enfocó en la formación y capacitación dirigencial. Actualmente, busca imprimir una impronta de “liderazgo propositivo, ‘contagiante’ y energético, especialmente en contextos institucionales debilitados”. Según sus propias palabras, apunta a promover un “mayor involucramiento desde la ruralidad” en una actualidad preocupante.

Sarnari visitó varias veces Tucumán, pero en su última estadía en la provincia, entre miércoles y el jueves últimos, se topó con un ambiente de productores apremiantes por el contexto económico y productivo. “Es preocupante, aunque ya era conocido. Al recorrer la zona y hablar de primera mano con los agricultores, se entiende mejor la realidad. Los productores primarios están en un momento acuciante. El precio del azúcar, por ejemplo, es muy bajo y los costos de los insumos son muy caros, lo que genera una rentabilidad negativa. Esto lleva a que, al terminar la cosecha, no sepan si podrán afrontar la próxima campaña” expresó la dirigente, teniendo como ejemplo la actividad cañera, en una charla con “LA GACETA”.

¿Qué puede pasar si se mantiene este escenario?

-La principal preocupación es la posibilidad de que los productores chicos desaparezcan. La Federación Agraria busca herramientas para sostener al sector, lo que no es sencillo, ya que no hay políticas que estén favoreciendo a la actividad. La apertura de importaciones perjudica la economía azucarera, porque la entrada de mercadería de otros países hace que el cañero local no sea competitivo. Además, no hay líneas de fomento para la actividad. Los créditos son inexistentes; los que hay tienen tasas de interés del 35% o 40%, lo que con una rentabilidad negativa es ‘firmar la partida de defunción’ de un productor. Más allá de la tranquera, como decimos en el campo, no se están generando las condiciones para que las economías regionales puedan pegar el salto productivo. Hacen falta rutas, trenes para sacar la producción, capacidad energética para instalar industrias y agregar valor en origen, caminos rurales, electrificación y conectividad para generar arraigo. Aunque hay mucho por hacer, lo más urgente es la rentabilidad, ya que sin ella, los productores no pueden subsistir.

Alerta de la Sociedad Rural de Tucumán por la situación de las empresas

- ¿Observa paralelismo entre las medidas actuales del gobierno de Javier Milei y las políticas de los años 90 que llevaron a la desaparición de muchos pequeños productores?

- La comparación entre la situación económica actual y la de los años 90 liviana y lineal. En los 90’ había condiciones que hoy no están, y al revés. Pero sí hay medidas que en el pasado demostraron ser perjudiciales para el sector productivo, y ahora se están dando nuevamente. Una de estas acciones es la apertura indiscriminada de importaciones, que no protege al productor local. Esta política, que ya se implementó en los 90, genera una competencia desigual con países como Brasil, Uruguay, Paraguay y Chile. Si no se establecen las condiciones necesarias para que el productor argentino pueda competir, existe el riesgo de que termine desapareciendo.

- ¿Qué otras decisiones oficiales?

- Hay otras que van en detrimento de la producción, como lo es la presencia territorial de algunas instituciones, como el INTA. Preocupa que el Instituto pierda su alcance territorial, algo que sucedió en los 90 cuando hubo un achicamiento de la extensión. Es claro que la institución necesita modernizarse y adaptarse a la actualidad, pero también se tomó una medida que va en detrimento de la territorialidad y la investigación, que son fundamentales para el sector.

-En ese sentido, ¿cómo observa el rol del Estado?

- Actualmente, presenciamos una retirada del Estado, una intención clara del Gobierno nacional de no intervenir en la actividad privada. Esto nos preocupa. Necesitamos un Estado con participación virtuosa y no que dirija a la propiedad privada, que se involucre en el diseño de políticas que fomenten la producción. Reconocemos que algunas medidas macroeconómicas son acertadas, como el ordenamiento de la macroeconomía, lo cual es necesario para que Argentina se presente ante el mundo como un país creíble. También la eliminación de la brecha cambiaria fue una buena decisión para el sector productivo, ya que nos permite comprar y vender con el mismo valor del dólar. La clave no es si el dólar es caro o barato, sino que la moneda sea la misma para ambas transacciones. No obstante, estas son medidas a nivel macro. Ahora, es fundamental generar las condiciones a nivel microeconómico para que el motor productivo comience a funcionar. Si esto último no ocurre, la macroeconomía tenderá a la concentración y la desaparición de los pequeños agricultores.

-¿Hay señales de una concentración?

- No se percibe un aumento abrupto en la concentración de la tierra, aunque es un problema que existe desde hace tiempo. Hay que entender este fenómeno en términos de tenencia y no de propiedad. La tenencia de la tierra se concentró especialmente entre 2000 y 2010, durante el “boom de la soja”. Las condiciones de la época, tanto internacionales como internas, favorecieron la concentración y el monopolio de la soja. Aunque hoy no se observa, la concentración podría volver a ocurrir si no se generan las condiciones necesarias para sostener a los productores pequeños y medianos del interior. En este momento, la concentración se manifiesta más en la productividad que en la propiedad de la tierra.

- ¿Debe haber un esquema de políticas diferenciadas para el NOA y el NEA, en comparación con la zona núcleo?

- Se necesitan políticas diferenciadas para generar igualdad de oportunidades. No es lo mismo un productor de granos de Tucumán, que vive lejos del puerto, que uno del sur de Santa Fe. Para el productor tucumano, el costo de flete es muy alto y afecta su rentabilidad. Por lo tanto, se debe haber tratamientos diferenciales para quienes están más alejados de los puertos. En Federación Agraria se sostiene que las retenciones deben retirarse gradualmente. Una eliminación total y repentina podría generar nuevas distorsiones, como ocurrió durante 22 años en el mercado por la implementación de los derechos de exportación. A la vez, el retiro gradual debería ser pensado por el tamaño del productor. Por ejemplo, un productor que tiene 300 toneladas de soja debería tener una eliminación total de las retenciones, mientras que a uno con 1.000 toneladas se le deberían eliminar las retenciones solo en las primeras 300 toneladas. Esta medida busca evitar la competencia desleal y proteger a los productores pequeños, que necesitan condiciones especiales para subsistir. Para los que se encuentran lejos de los puertos, se les debe brindar un tratamiento diferenciado, como abaratar los costos de transporte.